viernes, 9 de mayo de 2008

Vampiros en la URV

No os alteréis, que ni son de verdad, ni son frikis disfrazados. Estos vampiros no salen de la pantalla, aunque se de más de una que desearía tener a Gary Oldman acechando en los oscuros pasillos de la facultad, pero lo que de verdad le acecha son los exámenes.

A lo que vamos. El departamento de antropología de la URV ha organizado un ciclo de proyecciones en torno al mito del vampiro cada martes por la tarde en la Facultad de Letras. He de confesar que cuando vi la foto de Bela Lugosi en la portada del tríptico supe que me apuntaría, pero me decepcionó un poquito que todos los pases programados fueran de películas más o menos recientes que además he visto, como buena amante del género que soy. Al estar organizado por el departamento de antropología, no me esperaba que ahondáramos mucho en los aspectos cinematográficos de los films, pero sí en la figura del vampiro en el cine. Las proyecciones van seguidas de un debate donde los participantes comentamos nuestras impresiones sobre las películas, y en cada sesión hay opiniones de todos los gustos.

El primer día se hizo una introducción al mito del vampiro donde se habló de su nacimiento en el folklore mundial (pues los vampiros no solo “existían” en Europa del Este). Pero especialmente se habló de la literatura del s. XIX, donde aparece lo que llamaríamos “vampiro literario”, ese ser sobrenatural que derrocha elegancia y erotismo y que habla con acento raro. Los orígenes de éste se remontan a Polidori, cuyo Lord Ruthven ya se anticipó a Drácula. Desde entonces, muchos autores han escrito sobre el tema, desde Le Fanu (Carmilla), Maupassant (relatos cortos), Bram Stoker (el célebre Drácula) o ya en nuestros tiempos Anne Rice( Crónicas Vampíricas).

La importancia de estas obras es que son los culpables directos de que este a veces terrorífico y a veces ridículo ser se pasee por las pantallas desde los orígenes del cine. Antes de seguir, abro un paréntesis para aclarar que también ha sido protagonista en televisión, tanto a través de películas como de series. Prueba de ello es el entrañable abuelo de los Munsters o más recientemente la serie Buffy, The Vampire Slayer, que, opiniones personales a parte, ha tenido un enorme éxito y ha lanzado a Sarah Michelle Geller a la fama.

Y en el cine, el vampiro es donde realmente se vuelve inmortal, a través de clásicos como el Nosferatu de Murnau (1922), el Drácula de Tod Browning (1931), las cintas de la Hammer protagonizadas por Chirstopher Lee o el Drácula de Ford Coppola (1992), que precisamente fue el primer film proyectado. El título original, Bram Stoker’s Drácula, es toda una declaración de intenciones. La película fue publicitada como la adaptación más fiel del best seller, pero Coppola lleva con ligereza esta fidelidad en determinados momentos del film. Algo que pocos saben (ni yo sabía hasta que la profesora Marta Montalgut me lo dijo) es que esto ya lo hizo el maestro Orson Welles en la radio allá por 1938 con una adaptación bastante similar, así que, como pasa a menudo, la publicidad es engañosa.

Lo que es indiscutible es que cuenta con un reparto de lujo: Anthony Hopkins en el papel de Van Helsing, Winona Rider como Mina y Keanu Reaves como Jonathan Harker. Además, cuenta con una banda sonora, que junto con los decorados, el vestuario y el maquillaje le dan ese toque de superproducción que la diferencia de la mayoría de películas dedicadas a este personaje y que además le valió tres oscars.

Como se señaló en el posterior debate, lo más destacable es que nos presenta a un conde muy humano, renegado de la iglesia pero que sobrevive por amor, sin perder ese toque de glamour y sensualidad que caracteriza al mito. Coppola recupera el origen del personaje, Vlad el Empalador. Es curioso como resuelve la escena de la batalla con sombras chinescas, una forma efectiva de ahorrarse extras y sangre artificial con un buen resultado. También llama la atención como se mezclan las diferentes tramas donde se establecen dos paralelismos, como la boda de Mina y la muerte de Lucy. Por un lado, tenemos la clásica contraposición de vampiro e Iglesia, y por otro, una metáfora del sida más que intencionada como el propio Coppola corroboró (y es que el sida es un tema muy presente a principios de los noventa). Lo más comentado en el debate fue precisamente esa relación con la Iglesia, de la que reniega cuando luchaba con la bandera de la cruz cristiana y el romanticismo de Drácula, que muchos calificaron de “moñas”.

La última adaptación que conozco es Drácula 2001, una peli bastante simplona en la que resulta que Drácula es Judas. Por lo menos el final es original…

En la siguiente sesión se proyectó Underworld, donde se expone la típica lucha entre vampiros y hombres lobo, con la peculiaridad de que disponen de las más modernas tecnologías. Con una estética muy Matrix, el film resulta entretenido. Propone que ambas especies sobrenaturales surgen de dos hermanos, hijos del primer hombre inmortal, Alexander Corvino. Uno fue mordido por un lobo y otro por un murciélago, y desde entonces, han estado luchando los unos contra los otros. La protagonista, Celine, lucha contra ellos por motivos personales. Nos presenta un tipo de vampiro totalmente humano, con sentimientos de odio, venganza, amor…Y al final resulta que todos luchan por motivos más que humanos, como la traición o el despecho. La única diferencia es que se alimentan de sangre, pero ni siquiera cazan. Están forrados y tienen bancos de sangre a su disposición. Evidentemente, hay un gran componente erótico que se manifiesta tanto en el vestuario como en el comportamiento de los vampiros. Se trata de un film entretenido, donde la fantasía es un pretexto para la acción con un parecido estético a la saga Blade, protagonizada por Wesley Snipes. Películas como éstas demuestran que el vampiro es un mito en evolución, capaz de adaptarse a las nuevas tecnologías y triunfar en taquilla sea con encajes o con corsés de latex.

Vampiros de Carpenter, es la tercera película del ciclo. Al popular director los vampiros le sierven como excusa para hacer un western en toda regla. La música, las localizaciones y los esteriotipados personajes lo corroboran. Tenemos al tipo duro, interpretado por James Wood, al cura y a la prostituta. ¿Qué mas falta? Pues un montón de sicarios latinos, que ejercen de mercenarios de la Iglesia cazando vampiros. Los vampiros de Carpenter nada tienen que ver con los anteriores. Son como bestias, una plaga a exterminar que viste con harapos. No hablan, gruñen. Solo se alimentan, como si fueran hienas. El único que se salva es el vampiro jefe y origen de todo mal, palidito y bien vestido.

En este film la relación Iglesia- vampiro adquiere gran importancia. La Iglesia es la causante de su origen y tiene la responsabilidad de exterminarlos. Valek, el primer vampiro, es un cura renegado por defender los intereses de los pobres y catalogado de endemoniado. Nace a las tinieblas cuando sale mal el exorcismo al que le someten. Su objetivo es terminar ese exorcismo para poder ver la luz del sol. En esa tarea le intenta ayudar precisamente un cardenal viejo, que le ve las orejas al lobo y prefiere aliarse con el demonio y vivir eternamente a morir en la “gracia de Dios”.

No puedo evitar acordarme de Abierto hasta el Amanecer, de Robert Rodríguez, algo que comentamos en el posterior debate. Tipos duros sin escrúpulos y curas que reniegan de la fe o vuelven a ella cuando la cosa se pone fea y por supuesto, vampiros feotes que más que seres sobrenaturales son animales o monstruos.

Este martes proyectaron La Sombra del Vampiro, de Elias Merhige, una película bastante atípica y que resulta un poco lenta para el público general. Sin embargo, si eres friki del tema, es tu película. Narra el proceso de grabación de Nosferatu, una sinfonía del horror, de Murnau, a quien da vida John Malkovich. El director contrata a un viejo vampiro para que protagonice su película. Un caracterizadísimo Willem Dafoe es este vampiro, encargado de “hacer de actor que hace de vampiro” y que se come al equipo en el camino. Su premio, la actriz principal. Murnau presencia cómo mata al productor, al cámara, a la actriz…y su única preocupación es grabarlo todo en el nombre de la ciencia y del arte. La moraleja es bastante sencilla: ¿quién es el auténtico vampiro?

Uno de los atractivos del film es que nos muestra cómo era el cine en los años veinte. Por un lado, vemos como se rodaba y por otro, qué consideración tenía el cine en la sociedad. Llaman al director Herr Doctor, como si fuese un científico, y la actriz menosprecia el cine en favor del teatro. Las cosas han cambiado bastante desde entonces… El otro atractivo es exclusivo de los fans de Nosferatu, pues vemos escenas calcadas del original y descubrimos algún truquillo como cuando el conde Orlock se eleva desde el suelo (recurso que también utiliza Coppola en Drácula).

Sólo queda una sesión este próximo martes, donde se proyectará Van Helsing, para mi gusto una película que pasará sin pena ni gloria por las interminables listas de pelis de chupasangres. Las conclusiones que se pueden sacar del ciclo son bastante claras. El cine seguirá evolucionando, y sea hacia donde sea, los vampiros irán con él. Quizás ya no den miedo, pero son grandes estrellas de la gran pantalla, bien sea en su vertiente animal y grotesca o seduciendo con su erotismo de ultratumba a los pobres que se crucen en su camino. Los utilizarán para dar caña al cristianismo o para hacer dinero…pero ahí estarán. Para muestra un botón: 30 días de oscuridad, estrenada hace tres meses y basada en un cómic.

Aunque me hubiera gustado más que se proyectaran otras películas y que ciertos aspectos del mito y de su evolución se hubiesen comentado más profundamente, la actividad me deja con buen sabor de boca. Da gusto que puedas disfrutar del cine, compartir opiniones con otra gente y además obtener créditos libres. No vivimos tan mal los estudiantes…

Patricia García

4 comentarios:

Adriana dijo...

Trobo molt bé que la URV organitzi sessions d'aquestes on vas a veure pelis i després fas un debat sobre la temàtica, perquè gaudeixes del cinema i com molt bé has dit et donen crèdits lliures.

Tot i que m'agradaria fer una crítica, molts cops on l'assistència a aquests crèdits és quasi obligatoria i la propia universitat no et facilita l'assistència per incompatibilitat d'horaris amb altres assignatures i pràctiques, com va ser el cas del festival rec, o la setmana intercultural.

Bon artícle!!

Anónimo dijo...

'Van Helsing' està molt bé, Patri! Ja ho veuràs i em donaràs la raó. Crec que el millor que té és la seva falta de pretensions, que té un punt autoparòdic i que mescla en una història amb aires de còmic diferents monstres. Ah, i atenció al toc gai de Dràcula...

PdV dijo...

Es cierto que el homoerotismo es una constante en el cine de vampiros y algo muy interesante para plantear y estudiar.

bolitacachuza@gmail.com dijo...

estoy buscando el nombre de un film de vampiros, donde esta legalizado el vampirismo como unica religion oficial, ocurre en londres donde se pelea entre 2 hermanos vampiros, y existe una mujer policia que tratan de evitar que no contaminen el agua.
porfa: bolitacachuza@hotmail.com